Tengo que reconocer que a pesar de haber oído excelentes críticas y que me hubieran llegado numerosas recomendaciones para leer este libro, por una razón o por otra no me había puesto con él.
Casi dos años después de su lanzamiento, cuando ya todo el mundo sabe que ha sido probablemente el mayor éxito de ventas de los últimos tiempos, cuando incluso se prepara una serie televisiva sobre la historia, resulta fácil decir que el libro está muy bien, que me ha gustado y todo eso. El libro, además de poseer todos los ingredientes para ser un best-seller los tiene -y esa es su virtud- perfectamente aderezados, pero pese a todo su éxito lo consiguió gracias al boca-boca, lo que demuestra que no siempre las editoriales andan lo suficientemente rápidas de reflejos y esto es un punto más a su favor.
María Dueñas ha sabido además contar una historia que situada en un tiempo perfectamente definido, momentos antes de la guerra civil, durante la misma y los años posteriores de la posguerra, no entra en disquisiciones políticas tomando partido por uno u otro bando, algo que personalmente considero un acierto pues el tema entre libros y cine español empieza a aburrir. Además consigue que los personajes secundarios de la historia, como por ejemplo Beigbeder, crezcan y resulten importantes. La ambientación con las descripciones del protectorado, los ambientes de las fiestas, el exotismo africano lejano pero a la vez tan cercano…, consiguen crear una atmósfera que invita a seguir con la lectura tras cada capítulo. Si un pero hubiera que poner me hubiera gustado saber algo más sobre el primer novio de la protagonista, aunque el capítulo no queda mal resuelto en cualquier caso.
Estamos muy acostumbrados a best-seller que vienen firmados desde los EE.UU. o últimamente desde los países nórdicos pero justo es reconocer que una escritora española, de Puertollano, no les anda a la zaga, más bien todo lo contrario.
No descubro nada, ni seré el primero en recomendar este libro con el que seguro que se pasan unas buenas horas de lectura.
At-talayi, la atalaya 